El apego y su importancia e implicación en el desarrollo de todos nosotros es algo que el psicólogo John Bowlby comenzaría a plantear allá por el año 1970, y que seguiría estudiándose y desarrollándose por otros muchos profesionales de la salud mental, entre los que destacan Mary Ainsworth, Mary Main o Patricia Crittenden por sus aportaciones tiempo después.
¿Cómo podríamos definir el pego entonces? “El apego es el lazo afectivo que se establece entre el niño y una figura específica, que une a ambos en el espacio, perdura en el tiempo, se expresa en la tendencia estable a mantener la proximidad y cuya vertiente subjetiva es la sensación de seguridad". Ortiz Barón y Yarnoz Yaben (1993).
Como se plantea en esta definición, es algo que surge en desde el inicio de la vida entre el recién nacido y la figura o figuras de referencia más cercanas a él, y se sigue desarrollando a lo largo de la vida. El estilo de apego es algo que estará presente en todas las relaciones afectivas que vaya creando la persona y que puede ir modificándose dependiendo de las personas con que se relacione, dependiendo de las experiencias vividas o del trabajo de crecimiento personal que se vaya haciendo.
Se han identificado 4 estilos de apego, siendo los tres primeros los más comunes:
Apego seguro, ansioso, evitativo y desorganizado.
Entendamos, ahora, el Apego Inseguro Desorganizado:
Es el estilo menos común y más complejo, por el impacto que supone para la persona que lo ha desarrollado y las condiciones en su entorno que han hecho que haya sido así. Es el estilo de apego que suele derivarse de haber vivido en un entorno de maltrato, abuso y/o negligencia. En la infancia, estos niños se mueven entre la cercanía y la lejanía con sus figuras de referencia, ya que éstas, quienes deberían ser su lugar seguro, son precisamente todo lo contrario.
El apego desorganizado es un estilo de apego inseguro que se desarrolla cuando un niño experimenta un entorno de cuidado que es caótico, impredecible o atemorizante. A diferencia de otros estilos de apego, el apego desorganizado no sigue un patrón claro de comportamiento. Los niños que lo desarrollan pueden mostrar una mezcla de comportamientos contradictorios, como acercarse a sus cuidadores en busca de consuelo y, al mismo tiempo, alejarse de ellos por miedo.
Este tipo de apego surge generalmente en situaciones donde los cuidadores, que deberían ser una fuente de seguridad, son también una fuente de miedo. Esto puede ocurrir en un entorno de cuidado que es caótico, impredecible o atemorizante o donde los cuidadores sufren problemas psicológicos. Como resultado, el niño se encuentra en una situación de necesidad de protección de su cuidador, pero también de temor al mismo.
En la adultez, estas personas pueden tener muchas dificultades no sólo para establecer relaciones saludables, sino también para relacionarse con su mundo interior por el impacto en su identidad de sus experiencias pasadas y las dificultades para relacionarse con sus emociones de manera adecuada que ello supone.
Otras características que podemos observar en el Apego desorganizado pueden ser:
Comportamientos contradictorios y caóticos en las relaciones sociales o íntimas.
Sentimientos de desconfianza hacia los demás y hacia sí mismos. Pueden sentir deseo de cercanía con temor a la vez a la traición o el rechazo.
Vulnerabilidad significativa a padecer, entre otras, ansiedad o depresión.
Dificultad para regular las propias emociones y relacionarse también de manera saludable con las emociones de los demás.
Comportamientos más explosivos, impulsivos y dañinos, que no cuidan las propias necesidades.
Baja autoestima y autoimagen negativa: sensación de que no merecen amor o que algo está mal en ellos. Esto puede llevar a comportamientos de autosabotaje, donde rechazan o se alejan de las relaciones antes de que alguien más lo haga.
Para este estilo de apego será muy importante trabajar en crear vínculos sociales seguros y sanos, basados en la calma y la confianza, y de igual manera, trabajar en una relación sana consigo mismos. El trabajo con la autoestima, con el autocuidado, con la creación de una imagen de uno mismo que incluye logros y fortalezas será fundamental, ya que las vivencias que han sufrido personas con apego ansioso han provocado que se vean y se valoren a través de los ojos de personas que han resultado muy dañinas para ellos, y no desde una visión realista, objetiva y compasiva.
Entender nuestro estilo de apego es una de las claves fundamentales para comprender nuestro mundo interior crear vínculos saludables con nosotros mismo y con los demás. Vínculos que nos aporten verdadera seguridad, tranquilidad y confianza. Por todo ello, te animamos a que puedas introducirte en el mundo del Apego desde la terapia psicológica, con el acompañamiento terapéutico que mereces.
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