Al hablar con vosotros como pacientes, muchas veces nos transmitís: "soy un vago, no tengo fuerza de voluntad, y creo que la pereza me gana". Entonces, cuando os preguntamos si es vagueza realmente como decís o si es procrastinación muchas veces vuestra mirada cambia.
Desde pequeños se nos habla de la cultura del esfuerzo, del "si quieres puedes" del "eso es que no te estás esforzando lo suficiente" o de "la letra con sangre entra". Y esto son frases que nos acompañan a lo largo de la vida.
La realidad es que no, no siempre por mucho que te esfuerces se puede, o mejor aún, no se puede llegar a la perfección, que es a lo que se aspira, a que no haya errores.
El resultado de estas ideas es que me pongo a hacer cosas, tareas u obligaciones agobiado, con presión y prisa, con angustia y muchas veces directamente con ansiedad. Y peor aún si son cosas que nos cuestan.
¿Qué pasa entonces? Que debido a todo ese malestar asociado, nuestra mente y nuestro cuerpo van a intentar encontrar alivio, aunque racionalmente sepamos que no es de la mejor manera. Ese alivio puede estar en forma de evitación, dejando las cosas para otro momento, de distracción, viendo el móvil o haciendo otras tareas más sencillas o menos prioritarias, o en forma de "alejamiento progresivo", que sería cuando empezamos a identificar un montón de cosas que estaría mejor que tuviéramos hechas antes de ponernos con ese objetivo principal, y que realmente no son fundamentales en ese momento.
La procrastinación la trabajamos en terapia echando un ojo a esas creencias rígidas, autoexigencia y perfeccionismo que no nos llevan por el camino adecuado para nosotros y aprendiendo también a enfrentarnos y gestionar las emociones asociadas que nos llevan a evitar esas tareas una y otra vez.
Así que no, ¡no eres una persona vaga, perezosa o sin fuerza de voluntad!
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