Tener ciertas exigencias o estándares está bien, y es necesario. Gracias a ellas, somos capaces de saber qué cosas son importantes para nosotros y nuestra vida y poner límites sanos en nuestras relaciones sociales conforme a ellas.
Sin embargo, el problema llega cuando somos "demasiado" exigentes o tenemos unos estándares demasiado elevados, lo cual viene a significar lo mismo a ser bastante inflexibles con nuestro entorno. Y ahí es donde surge algo problemático.
Por tanto, es importante reconocer y poner en perspectiva cuándo estamos actuando acorde a lo que es importante para nosotros, y cuándo estamos siendo demasiado quisquillosos. Recordemos que nadie es perfecto, tampoco lo somos nosotros.
Prueba a hacer ejercicios de poner en una balanza si, por ejemplo, tiene la misma importancia o deberías ser tan estricto con que alguien sea una persona generosa a que a veces, tenga la casa ligeramente desordenada.
¡Todo es cuestión de verlo objetivamente y con perspectiva!
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